Fernando Antonio Muñoz Bareiro
Fernando Antonio Muñoz Bareiro, o como le decían sus amigos y familiares, “Pato”, nació en Asunción el 6 de febrero 1941. De pequeño, vivía cerca de la iglesia Don Bosco, donde pasaba horas jugando fútbol en la canchita de la iglesia con sus amigos para luego regresar a casa feliz, completamente rojo y cubierto de tierra.
Siendo él muy amiguero, salir a caminar con Pato siempre significaba parar a saludar a alguien conocido. Y es que Pato era reconocido por su enorme bondad, humildad, y solidaridad. Siempre se preocupaba por los demás, y estaba dispuesto a ayudarlos de alguna forma. Era una persona muy observadora, de pocas palabras, pero con los mejores consejos; y a quien todos acudían cuando necesitaban fuerzas para continuar.
Fue visitador médico para el laboratorio Gramon Paraguay, donde tuvo la oportunidad de conocer el Paraguay, y en el año 1978, al amor de su vida: Graciela, o “Flaca” como le apodó él de cariño. Con Graciela tuvo dos hijas: Estefanía, o “Tochita” y Rocío, quién le regaló sus primeros 4 nietos: Fabrizio, Sebastián (“el Alemán”), Santiago, y Francisco.
Además del fútbol, sus otras grandes pasiones eran la lectura, la música, los animales y la naturaleza. Sus animales favoritos eran los pingüinos, porque le resultaba muy gracioso su forma de caminar. Para Pato era muy importante que sus nietos también aprendan a respetar y amar a la naturaleza, y es por eso que desde chicos, los llevaba al zoológico y a los parques, enseñándoles a agarrar a los animalitos sin herirlos. También siempre quiso traspasarles la importancia de nuestra cultura, a través de lecciones de guaraní e historia, y visitas a los museos de los mitos y leyendas. Una frase que le gustaba repetir era, “Ñande retã iporaiterei ñandente ko ñamovai”. Esto llevó a que sus nietos lo consideraran como “el mejor profe”, y hasta decían a sus amiguitos con orgullo “Mi abuelo sabe todo”.
A Pato le encantaba compartir en familia, los desayunos y charlas con los amigos, y sentarse en el patio a leer un libro, hablar de historia y filosofía.
Siempre recalcaba a sus hijas y nietos que los amigos son lo mejor de la vida, y que debían valorarlos y cuidarlos mucho, ya que son los amigos los que estarán ahí siempre. Fernando Antonio Muñoz Bareiro era una persona excepcional y brillante, un hombre de corazón enorme y sabias palabras, siempre justas y precisas. Su amada esposa, queridas hijas y adorados nietos ahora seguirán sus pasos para hacer valer su hermoso legado, el amor a la familia.
Solo muere quien es olvidado
Puedes llorar porque se ha ido, o puedes sonreír porque ha vivido.
Puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva, o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado.
Tu corazón puede estar vacío porque no lo puedes ver, o puede estar lleno del amor que compartiste.
Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío, y dar la espalda, o puedes hacer lo que a él le gustaría:
Sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.