Dicen que el Bebé Arcoíris es pura magia—una explosión de luz y color que llega a una familia para devolverles la alegría. Desde que nacen, parecen entender que su misión en la vida es justamente eso: traer vida; vida y esperanza. Pero, ¿de dónde nace el nombre, “bebé arcoíris”?
Un Bebé Arcoíris es aquel que nace luego de que los padres y la familia hayan pasado por una pérdida gestacional, muerte fetal, neonatal o infantil de un hijo anterior. Como esta es una experiencia de profundo dolor y tristeza, se la compara a una tormenta—una tormenta de duelo que debemos atravesar, llorando y permitiéndonos sentir, a modo de poder superarla. Y luego, cuando llega la hermosa noticia de que hay un nuevo bebé en camino, este bebé se siente como un estallido de luces y colores. Es por eso por lo que se lo llama Bebé Arcoíris.
Como decíamos al principio, toda madre y padre de un Bebé Arcoíris puede decir con seguridad de que son bebés especiales. Tienen una personalidad particularmente vivaz, sus ojitos brillan con una luz particular, y hasta aprenden a sonreír y reír antes de tiempo. Son niños con muchísima energía y con un carisma especial que parece encantar a toda la familia.
Los Bebés Arcoíris muchas veces vienen para sanar hasta otros dolores que pueden estar presentes en el núcleo familiar. Acercan a los que estaban distanciados, reparan dolores, anulan resentimientos y llevan las peleas tontas al olvido. Todo esto, con una pícara sonrisa, unos primeros pasos borrachos, un tierno abrazo, o una dulce vocecita llamando a un familiar por su nombre por primera vez.
Los Bebés Arcoíris son un símbolo viviente de que la luz y la alegría pueden volver algún día, y que esto no quiere decir que olvidaremos a aquel que ya no está, sino que podremos recordarlo con amor, y con una sabiduría que solo esas experiencias de pérdida nos pueden dar. Al nacer ellos, los Bebés Arcoíris nos permiten a nosotros renacer, y por eso es que son ¡pura magia!
FUENTES
Experiencia personal
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