Como personas, solemos hacer todo lo posible para evitar el dolor. Y cuando la vida nos pone en un lugar donde nos toca enfrentarlo, solemos trabarnos y nos cuesta expresarnos libremente. Muchos hasta llegan a pensar que evitándolo, desaparecerá más rápido, pero en realidad es todo lo contrario. Nos dificulta hablar de conflictos, tragedias y muerte. Y cuando nos vemos forzados a enfrentar estas situaciones, nos apuramos por superarlas.
Lo que no vemos es que para poder superar verdaderamente el dolor, debemos vivirlo. No es bueno dejar el dolor de lado ocupando nuestro tiempo y mente con actividades varias. Al contrario, hay que enfrentarlo, cuestionarlo y sacar la tristeza. ¿Por qué? Porque luego de una pérdida, el dolor actúa como un agente de cambio. Es lo que nos permite transformarnos y avanzar. Hacerle espacio al dolor en nuestro proceso de duelo para luego poder reconstruir la vida.
Otro consejo que creemos importante compartir es el pasar por todos los ritos y honrar esa vida apropiadamente. Los ritos ayudan a hacer un cierre, y en este proceso, es importante saber que no hay un tiempo determinado para procesar el duelo, y que el mismo no sucede en etapas ordenadas. Un día, podemos despertarnos muy tristes, con ganas de llorar. El otro, podemos sentir mucha paz, porque percibimos que ese ser querido ya está en otro plano. A medida que pasa el tiempo, la aceptación de la pérdida empezará a crecer, y estos momentos de paz se extenderán.
Y si hoy no sos vos el que esté pasando por una proceso de duelo y te toca acompañar a una persona que sí lo está, recuerda que con paciencia y empatía, podemos ayudarles primero a entender que pueden tomarse su tiempo, un día a la vez, para superar esta pérdida. No debemos apurarles. Pero también debemos ayudarles a reconocer estos momentos de paz que pueden tener en ciertos momentos y que mencionamos más arriba, y motivarlos a que se den también permiso para sentirse bien, y que eso no está mal.
Fuentes: