Luego de un largo tiempo en que la pandemia nos obligó a aislarnos y a cambiar muchos de nuestros comportamientos, felizmente, ahora muchas cosas están volviendo a la normalidad. ¿Y por qué llamamos a esto “normalidad”? Porque el ser humano es un ser social. Necesita estar en contacto con otros humanos. Es más, necesita específicamente del contacto físico. Entre las cosas que más hicieron falta durante la pandemia, fueron los abrazos. Y es que no es un simple hecho de “ternura” o de ser cursis.
Existen razones científicas que explican por qué son tan importantes los abrazos.
Los abrazos nos hacen liberar “hormonas felices”.
Los abrazos elevan los niveles de hormonas como la dopamina, serotonina y oxitocina. Estos neurotransmisores nos ayudan a controlar nuestro humor, reduciendo el estrés y la ansiedad. Y esto no solo afecta al que recibe el abrazo, sino también al que lo da. La oxitocina, también llamada la hormona del amor, nos hace sentir más cariñosos y felices, elevando los sentimientos de confianza y empatía. Es por eso que buscamos abrazar y ser abrazados cuando estamos pasando por un momento difícil. Nuestros cuerpos están buscando provocar la liberación de estas hormonas para poder sobrellevar la situación de manera más llevadera. Es casi un instinto de supervivencia.
Los abrazos nos ayudan a minimizar el dolor.
La oxitocina también ayuda a minimizar el dolor, tanto físico como mental. Nuestros cerebros procesan el dolor psicológico en la misma región cerebral donde se procesa el dolor físico. Es por eso que al abrazar a alguien que está llorando, la persona se siente mejor. O por qué abrazamos a un niño cuando se lastima, e inmediatamente parece sentir menos dolor. Es más, varios estudios científicos han comprobado que las endorfinas que produce el contacto humano, como el abrazo, produce un efecto analgésico similar a la morfina.
Los abrazos nos ayudan a ser más sanos.
Aquí, otra vez, hay estudios que avalan que las personas que son abrazadas frecuentemente se enferman menos, o tienen síntomas mucho más leves, que las que no lo son. Específicamente hablando de enfermedades cardiovasculares, las personas que son abrazadas a menudo tienen una presión sanguínea y frecuencia cardíaca mucho menor y más saludables.
Los abrazos nos ayudan a combatir el miedo.
Los abrazos nos ayudan a combatir el miedo, incluyendo el miedo a la soledad y al futuro. Particularmente en los momentos de angustia. En nuestra jerarquía de necesidades, el cariño y la contención viene inclusive antes que la comida. ¿Pueden creerlo?Lo cierto es que todos los que hemos recibido un abrazo en el momento adecuado, hemos sentido los beneficios de sus efectos. El abrazo de un ser querido nos hace sentir inmediatamente contenidos, seguros y queridos. Y ahora que nos está permitido volver a hacerlo, ¡aprovechemos para repartir abrazos que a todos nos hace tanto bien!
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